BREVE HISTORIA DEL BALNEARIO
Son varios los historiadores que manifiestan que ya en la antigüedad el manantial, que hoy día surte con sus aguas al Balneario de Alange, era sobradamente conocido y apreciado por sus cualidades curativas. Su relación con la cultura romana es la más conocida y datada, no en balde en el Balneario aún se conservan importantes restos de la primitiva estación termal romana e inscripciones y restos arqueológicos que atestiguan claramente su relación con los fundadores de Emérita Augusta. Como muestra más detallada, la que se encuentra en los patios del Balneario: un ara de mármol romana dedicada a la Diosa Juno agradeciendo la curación de la hija de una familia patricia. Esta ara es una muestra epigráfica, no sólo ya de los poderes curativos de las aguas del Balneario, sino incluso, y es lo más importante, una reseña histórica de que en el S. III o S. IV de nuestra era, Alange, y con ello su Balneario, debieron tener sobrada fama entre los habitantes de la Lusitania romana. El trazado de las propias termas, desagües y restos arqueológicos encontrados en la zona, hablan nuevamente del origen romano de la explotación de estas aguas como baños públicos: probablemente incluso como zona de recreo para los habitantes de Emérita Augusta, que distaba escasamente 18 kms. por una vía, trazada casi ribereña de los ríos Matachel y Guadiana, y que une, aún hoy día, estas dos poblaciones. La desaparición de Emérita como capital de la Lusitania romana y la llegada de la cultura visigoda a estas tierras, traerán consigo la más que probable decadencia de los baños termales en Alange y en otras muchas poblaciones que disponían de Termas. Hemos de suponer que, en cambio, la dominación árabe debió recuperar la costumbre y el uso de las aguas termales, que como bien es sabido, forman parte de sus costumbres y creencias, pero apenas se tiene documentación al respecto; sí de la ocupación musulmana de esta plaza fuerte e importante que fue Alange y su castillo. Durante siglos, la ocupación de Extremadura por los Reinos de León y Castilla, traerá consigo el total abandono del balneario hasta finales del S. XVIII, cuando se reutilizará gracias a D. Mateo Antonio Vaca de Vargas y D. Cristóbal del Solar, vecinos de Villafranca de los Barros. El S. XIX tiene numerosas citas, las cuales nos aclaran que este siglo fue una centuria positiva para el Balneario de Alange, destacando entre ellas la autorización de la Diputación Provincial de Badajoz para reformar en 1822 el balneario, iniciandose su construcción definitiva sobre la antigua laguna donde brotan las aguas del manantial.
En este siglo, D. Abdón Berbén Blanco, licenciado en medicina y cirugía, adquirió en subasta el balneario, y el hospital que se había construido anejo por 51.000 escudos, y realizó una interesante ampliación y remodelación del mismo, que trajo como fruto que el balneario dispusiera a partir de entonces de un gran número de habitaciones con pilas de mármol italiano, piscinas, sala de espera, oficina de administración, agua caliente y un precioso parque diseñado y realizado una vez adquiridos los huertos lindantes al Balneario.
La propiedad de sus aguas, única en su género en toda Europa, el ambiente relajante y tranquilo del balneario y alrededores, la sociabilidad de los alangeños, la buena gastronomía de la zona, los numerosos atractivos histórico-culturales de Alange y su comarca, las buenas instalaciones hoteleras tanto del propio balneario como de la misma villa, han hecho que miles de visitantes, con o sin necesidad de tratamiento hidrotermal, vengan anualmente a disfrutar del Balneario de Alange. |